domingo, 10 de abril de 2016

Mariposas, pestañas y besos.


Estamos juntos. Y el silencio se rompe. Todo inicia con un pedido, quieres ese beso en particular.
Y estás cerca y ríes. Lo haces de manera involuntaria. Verte reír es sonreír también. 
Tomo tú rostro entre mis manos y tú mirada brilla. Iluminas la noche con tú luz de plata. Verte a los ojos es encontrar mi lugar en el mundo. 
Me acerco a ti en un segundo intento y tú emoción se trasluce de nuevo y se transforma en palabras. ¡Qué besos tan tiernos!, dices, mientras tranquilizas a tus mariposas, las mismas que escapan de tú abdomen y vuelan a posarse en mis pestañas. Mostrarte ternura es devolverte un poco de la que me das.   
¿Podré hacerlo? -Pregunto- . Y ríes en alto y prometes quietud. Rompes la promesa al instante siguiente.
A tú lado se escapa el tiempo; es veloz porque huye de la eternidad que somos, de la eternidad en la que nos convertimos. Te miro y soy un hombre pleno. Te miro y está mi vida en cada mirada. 
Es la tercera vez que te acerco a mí, a mis pestañas. Después de ésta ya no habrá otra oportunidad. Te conozco, sé que es ahora. 
Cierras tus ojos. Ya no sonríes, tú risa y tus mariposas aguardan por el después. Ya sólo esperas, me acerco...  

Alberto Ramos Perdomo.